La verdad..
Era joven, tendría unos quince años. Mi padre, mi piloto favorito, había muerto unos meses atrás y quería conmemorarlo con algo, así que decidí tatuarme. Sería un Jet 430, mi padre tenia uno, él murió en uno. Me acerqué a la tienda y bañada en sudor pregunte por el tatuador. Apareció un muchacho alto, de cabello marrón y ojos claros, de unos veinte, si no me equivoco. Me miró fijamente y luego notó la hoja entre mis temblorosas manos. La aguja se clavó en mi piel y el ardor invadió mi cuerpo, y en mi cara, al parecer, se notó el sufrimiento. Me comenzó a hablar, su voz me calmó, y el tiempo se hizo nada, al igual que el dolor. Sus ojos no se apartaban de mi y los míos de él, me sentía cómoda. - Algún día será mío.. - pensé. Pasaron cinco años. Yo había crecido y había cambiado. Lo único constante era él, debajo de mis ropas, recordándome el pasado. Conocí a un muchacho una tarde de abril, decidí llevarlo a mi casa. Yo era así de liberal, no importaba quien fuera con t...