Son las once de la noche en esta mitad del mundo. Tú, a ti no te imaginé llegar. Llegaste de la nada, no te busqué. Llegaste y con tu sonrisa iluminaste mi apartamento. Un apartamento apagado, con los cuartos cerrados, con libros llenos de polvo, con las luces sin bombillos, un apartamento que había sido arrendado pero la persona se fue sin más. Y tú, con tu música, tus películas, tu llamita, tu cabello despeinado, tus pecas, llegaste y comenzaste a tocar una puerta que estaba cerrada. Me llevaste a la azotea a ver fuegos artificiales, me llevaste a un espejo me hiciste abrir los ojos... y luego te fuiste como si tu misión ya estuviera realizada. No sé si fuiste tú o tu compañía pero gracias por existir. Tengo tu nombre escrito en mi mano por si un día decides encontrarnos. Por ahora solo seguiré poniéndole luces a este apartamento.
Comentarios
Publicar un comentario